“Mirar de otra manera… y usar el sentido común”
Tras su formación como geólogo, su trabajo sobre “las condiciones de aparición y desarrollo de la vida en la tierra” le llevó a la pedología dinámica. Al principio de su trayectoria profesional, trabajó en la regeneración de tierras cultivables después de un conflicto y en el desarrollo agrícola y ganadero de asentamientos permanentes de personas desplazadas en zonas rurales. Esta experiencia le hizo vivir un gran número de situaciones en todo el mundo, lo que fundamentó su inclinación por el sentido común. En 1980, fundó la BRDA, Bureau de Recherches sur le Développement Agricole (Oficina de Investigación para el Desarrollo Agricola). Desarrolla un enfoque pragmático de los suelos cultivados con vistas a una producción de alta calidad, rentable y autónoma.
Gracias a los avances más recientes en geología (en particular geoquímica y mineralogía), biología (fisiología, bioquímica y microbiología), pedagogía y edafología, estableció un protocolo de evaluación del suelo. Se basa, ante todo, en la observación meticulosa del terreno y se complementa con mediciones específicas del funcionamiento del suelo. De ahí su hábito de tratar constantemente de “mirar de otra manera”.
Su objetivo es permitir que los agricultores construyan su propia herramienta de evaluación de suelos. Si la ciencia y la tecnología son la base de su trabajo, el factor humano es la base para una aplicación fructífera.
El modelo de conocimiento del suelo, a menudo llamado “Método Hérody”, se ha aplicado en muchos países y en todos los sistemas de producción. Esto define su eficacia, su capacidad de adaptación y evolución. Y sobre todo, ha aportado una dimensión de humildad que es la de los pueblos de la tierra.
El Método Hérody es un método de evaluación de suelos cultivados que se basa en la observación del terreno.
Se ha puesto en práctica con productores de todas las latitudes en múltiples cultivos. Pretende formular un diagnóstico que permita la elección de actuaciones técnicas apropiadas para conseguir un funcionamiento del suelo óptimo en beneficio del cultivo.
Es un enfoque profundamente naturalista.
La puesta a punto de análisis específicos ha permitido, a lo largo de los últimos cuarenta años, validar el modelo de conocimiento de los suelos y el impacto de las prácticas agrícolas sobre su funcionamiento. En particular, el fraccionamiento de las materias orgánicas en función de su acción en el suelo. Esto ha permitido comprender mejor la imperiosa necesidad de una gestión orgánica adaptada a cada situación.
En un sistema de producción debemos integrar al conocimiento agronómico: datos geológicos, geomorfológicos, geoquímicos e hidráulicos.
Desde la invención de la agricultura, las técnicas han estado dirigidas a hacer crecer plantas que no son siempre las mejor adaptadas a un tipo de suelo o a una región. Es un desafío que el hombre asumió en el momento que se apartó de la antigua caza y recolección donde todo era natural, pero no permitía alimentar a mucha gente. Todo método que no permite alimentar a la humanidad entera es nocivo, ya que genera desigualdades fundamentales.
Conocer mejor los suelos para optimizarlos y asegurar por tanto una producción mejorando siempre el suelo, “voilá” el objetivo de una agricultura rentable. Para ella haría falta encontrar un nuevo modelo de conocimiento, ya que los antiguos modelos han “encallado”, destruyendo los suelos o produciendo insuficientemente.
El Método Hérody asienta las bases de una agricultura rentable y perdurable asegurando un “buen funcionamiento del suelo”, comienzo de toda producción exitosa.
La adaptación al viñedo del Método Hérody se ha realizado en innumerables regiones de todo el mundo. Más allá de la herencia geológica y climática, la noción de Terroir es indisociable del saber hacer local de cada viticultor. Si la aplicación de los fundamentos agronómicos es la adecuada, debe estar complementada por un profundo conocimiento de las restricciones locales que modelan el medio. Este conocimiento es necesario para optimizar aquello que pueda expresar el Terroir y limitar aquello que lo enmascara. Así pues la agronomía vitícola es eminentemente regional y la base de esa expresión, es un buen funcionamiento del suelo, que ayude a las raíces a colonizarlo adecuadamente y nutrir la planta en su justa medida.
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